Elecciones generales en España: participación, polarización y el papel de Valencia en el tablero político

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Cada vez que España acude a las urnas para elegir a su Parlamento, el país entero se somete a una radiografía política que va más allá de los votos: se analizan tendencias ideológicas, fracturas territoriales, climas de opinión, y la propia salud de la democracia. En ese contexto, la Comunidad Valenciana —y en especial su capital— ha cobrado un protagonismo creciente en los últimos ciclos electorales.

Las elecciones generales no solo deciden quién gobierna, sino que marcan el rumbo económico, social y legislativo del país. En este artículo analizamos los principales factores que han definido los últimos comicios en España, el papel específico de Valencia, y las claves que marcarán las próximas citas electorales.

¿Cómo funcionan las elecciones generales en España?

España es una monarquía parlamentaria con un sistema bicameral: el Congreso de los Diputados y el Senado. Cada cuatro años (o antes, si hay adelanto electoral), se elige por sufragio universal directo a los 350 diputados que conforman el Congreso, órgano que determina la investidura del presidente del Gobierno.

Los diputados se reparten por provincias según una fórmula de representación proporcional (sistema D’Hondt), lo que favorece a los partidos con implantación territorial amplia y penaliza a los más pequeños en circunscripciones poco pobladas.

Por tanto, la Comunidad Valenciana, con tres provincias (Valencia, Alicante y Castellón) y un alto número de escaños (32 en total), se convierte en una comunidad clave para inclinar la balanza de mayorías en el Congreso.

Valencia, una plaza cada vez más decisiva

En las últimas décadas, la provincia de Valencia ha sido un reflejo del mapa político nacional: cambio de mayorías, fragmentación de voto, auge de nuevas formaciones, irrupción de fuerzas emergentes como Compromís o Vox, y un electorado con una clara tendencia a oscilar entre izquierda y derecha en función del contexto económico y social.

En las elecciones de 2011, el PP obtuvo mayoría absoluta en toda la Comunidad. Sin embargo, desde 2015, el panorama ha cambiado radicalmente. Valencia se ha convertido en una plaza abierta, competitiva y estratégica, donde la izquierda ha logrado resistir a pesar del crecimiento de la derecha y de la extrema derecha.

En 2023, por ejemplo, el PSOE ganó en número de votos en la Comunidad Valenciana, pero PP y Vox lograron más escaños gracias al reparto provincial. Esto muestra la complejidad del sistema y el peso de cada territorio.

La polarización como nuevo escenario político

Una de las claves para entender las elecciones en España en los últimos años es la creciente polarización. Los bloques de izquierda y derecha se han consolidado con fronteras muy marcadas, dejando escaso margen para los consensos y generando un clima político muy tenso.

La irrupción de partidos como Vox o Podemos en la última década ha alterado el equilibrio tradicional entre PSOE y PP, forzando pactos inéditos y coaliciones poco frecuentes en la historia democrática del país.

Este clima también se ha sentido en Valencia, donde las campañas se han endurecido, el debate ha subido de tono, y las redes sociales han multiplicado la desinformación y los discursos extremos.

Aun así, la sociedad valenciana ha demostrado un grado notable de madurez democrática, manteniendo altos niveles de participación y una movilización cívica relevante, especialmente entre los más jóvenes.

El peso del voto senior… y la irrupción de los jóvenes

En cada elección, los analistas observan con atención el comportamiento de dos grandes grupos: los mayores de 65 años, que votan en un porcentaje superior al 80%, y los jóvenes entre 18 y 35, cuyo voto es más volátil y menos predecible.

En Valencia, como en el resto de España, los mayores tienden a favorecer opciones tradicionales (PP y PSOE), mientras que los jóvenes se sienten más identificados con propuestas alternativas o radicales, ya sean progresistas o conservadoras.

La cuestión generacional es crucial: mientras los pensionistas votan pensando en la estabilidad, la sanidad o el coste de la vida, muchos jóvenes lo hacen en clave de futuro, derechos civiles, medio ambiente o acceso a la vivienda. Esta brecha explica, en parte, los contrastes dentro del propio mapa electoral valenciano.

Las propuestas que más pesan en el electorado valenciano

Cada comunidad autónoma tiene sus propios ejes de interés a la hora de votar. En el caso valenciano, los temas que más influyen son:

  • Financiación autonómica: La reivindicación de un sistema justo para la Comunitat es transversal y afecta a la calidad de los servicios públicos.

  • Infraestructuras y transporte: Especialmente el Corredor Mediterráneo, el AVE o la mejora de las cercanías.

  • Sanidad pública y listas de espera, muy señaladas en los últimos años.

  • Educación y uso del valenciano, cuestiones sensibles y a menudo polarizadas.

  • Turismo y sostenibilidad, claves para un sector esencial en la economía local.

Estas temáticas marcan los debates en campaña, y los partidos adaptan sus mensajes para conectar con las prioridades del votante valenciano.

Pactos, alianzas y gobernabilidad

Una de las consecuencias de la fragmentación política es la dificultad para formar gobiernos estables. En los últimos años hemos visto pactos entre partidos que antes eran antagónicos, coaliciones inéditas y sesiones de investidura interminables.

Valencia ha sido un laboratorio de estos acuerdos. El Pacte del Botànic, entre PSPV, Compromís y Unides Podem, fue una fórmula de éxito durante dos legislaturas. Sin embargo, en 2023, el giro electoral dio paso a un gobierno de PP con el apoyo de Vox, un cambio que refleja la alternancia de mayorías.

Este tipo de pactos se traslada también a nivel estatal, donde los escaños valencianos pueden ser decisivos para lograr una investidura.

¿Desafección política o cambio de ciclo?

La participación en las elecciones generales en España se mantiene por encima del 65%, una cifra elevada en comparación con otros países europeos. Sin embargo, hay señales de fatiga política, sobre todo en jóvenes y sectores sociales desencantados con los partidos tradicionales.

Valencia no es ajena a esta desafección. La inestabilidad institucional, la percepción de que “todos son iguales” o los casos de corrupción (como los vividos años atrás en la Comunitat) han erosionado la confianza.

Aun así, el compromiso cívico sigue siendo fuerte. Prueba de ello son los altos niveles de inscripción para votar desde el extranjero, el activismo en redes o la proliferación de plataformas ciudadanas que exigen mayor transparencia y participación directa.

Conclusión

Las elecciones generales en España son mucho más que una cita con las urnas: son un retrato colectivo de nuestras prioridades, miedos y aspiraciones. Y en ese retrato, Valencia ocupa un lugar privilegiado.

Una ciudad y una comunidad que, por su peso demográfico, económico y simbólico, influyen cada vez más en los equilibrios del poder estatal. Una sociedad diversa, activa y políticamente madura que seguirá siendo protagonista en cada nuevo ciclo electoral.