imagen:https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/735c3481-00e5-4584-b82f-c710bbc00d2a_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg
Durante siglos, Valencia vivió de espaldas al mar. Aunque su litoral ha sido clave para su crecimiento económico, sobre todo gracias al puerto y al comercio internacional, la conexión urbana, social y emocional con la costa se fue perdiendo progresivamente. El muro que representaba la actividad portuaria, la expansión industrial, las infraestructuras viales y la falta de planificación hicieron que muchas generaciones de valencianos crecieran sin sentir que el mar formaba parte de su día a día. Sin embargo, esa tendencia empieza a cambiar. Hoy, tanto instituciones como colectivos ciudadanos y expertos urbanistas trabajan en proyectos que buscan reabrir la ciudad al Mediterráneo, mediante planes de recuperación urbana, mejora del transporte, ampliación de zonas verdes y reconfiguración de espacios públicos.
Un puerto en transformación
Uno de los puntos clave para entender la relación entre Valencia y el mar es el Puerto. Durante décadas, su expansión física y su actividad industrial supusieron una barrera física entre la ciudad y las playas. Pero en los últimos años, gracias al desarrollo de la Marina de València —el espacio reconvertido tras la Copa América de vela de 2007—, esa tendencia ha empezado a revertirse. La Marina se ha consolidado como un polo de innovación, cultura y ocio, y es uno de los ejemplos más visibles de cómo una infraestructura portuaria puede integrarse en la vida urbana.
Ahora, el reto es ampliar esa integración. La Autoridad Portuaria de Valencia (APV) trabaja en un ambicioso plan estratégico que incluye la mejora de los accesos ferroviarios y la reordenación del tráfico de mercancías para liberar zonas de contacto directo con la ciudad. También se han anunciado planes para crear nuevos espacios verdes y corredores peatonales que conecten Nazaret, El Grau o el Cabanyal con el mar, zonas tradicionalmente marginadas por su proximidad al puerto.
Playas más vivas y accesibles
En paralelo, las playas urbanas —Malva-rosa, Cabañal y Pinedo— han recuperado en las últimas décadas protagonismo como lugares de ocio, pero aún enfrentan retos. Aunque su calidad ambiental es notable y reciben miles de visitantes en verano, muchos residentes consideran que siguen estando desconectadas del resto de la ciudad. La falta de transporte público directo desde zonas del oeste, o la escasez de carriles bici protegidos, dificulta un acceso más sostenible y fluido.
La Concejalía de Playas ha anunciado para 2025 la ampliación de los servicios de lanzaderas marítimas desde el Puerto hasta la Marina, así como la mejora de los caminos peatonales y ciclistas entre la Ciudad de las Artes y las playas del norte. También está previsto ampliar la cobertura de sombra vegetal, servicios higiénicos y zonas recreativas para convertir las playas en espacios vivos durante todo el año, no solo en temporada alta.
El transporte marítimo urbano, una asignatura pendiente
A pesar de los avances, Valencia sigue sin contar con un sistema de transporte marítimo urbano funcional. En otras ciudades costeras europeas, como Lisboa, Venecia o Estocolmo, las líneas de barcos o ferris forman parte habitual del sistema de movilidad. En Valencia, hubo intentos piloto en el pasado —como la línea que unía la Marina con la Albufera—, pero no llegaron a consolidarse.
El Ayuntamiento, junto con la Generalitat, ha reabierto recientemente este debate y estudia la viabilidad de introducir líneas regulares de transporte marítimo entre el puerto, la Marina, el Saler y zonas como Port Saplaya. Se trataría de rutas mixtas para turistas y residentes, integradas con el sistema de la EMT y con billetes únicos. Aunque todavía en fase de estudio, esta propuesta busca diversificar la movilidad sostenible y crear una relación cotidiana con el agua.
Nuevos proyectos urbanísticos en la costa
Uno de los espacios que más expectativas genera es el frente litoral de El Grau y Nazaret. Allí, se proyecta una gran transformación urbanística que incluye viviendas, parques, centros deportivos y zonas culturales. El objetivo es eliminar el aislamiento histórico de estos barrios y conectarlos directamente con la Marina y el mar mediante nuevas vías verdes.
Además, en el entorno del Cabanyal y la Malva-rosa, se están desarrollando proyectos de recuperación del patrimonio modernista y tradicional, a la vez que se impulsa una mayor densidad de equipamientos y servicios de cercanía. La Estrategia Valencia 2030 contempla, en este sentido, un frente marítimo más humano, donde la edificación respete las vistas al mar, se favorezca la movilidad no motorizada y se recupere el valor paisajístico de la costa.
Participación vecinal y cultura marinera
Más allá de las grandes obras, hay un movimiento vecinal que reivindica el mar como parte de la identidad valenciana. Colectivos como Cuidem el Cabanyal, Mar de barrios o Salvem el Saler llevan años luchando por un urbanismo más respetuoso con el entorno y por recuperar espacios públicos frente a la especulación.
También están resurgiendo actividades tradicionales vinculadas al mar, como la pesca artesanal, las regatas populares, los baños de San Juan o los talleres de cultura marinera para escolares. El Museu del Mar, en proceso de renovación, será otro punto clave para reactivar la memoria marítima de la ciudad y fomentar el turismo cultural vinculado al mar.
Lo que falta: retos pendientes
Pese al avance en infraestructuras y planificación, todavía quedan retos importantes por resolver. Entre ellos:
-
Coordinación institucional: muchas decisiones sobre la costa dependen de diferentes administraciones (Ayuntamiento, Generalitat, APV, Costas), lo que a veces ralentiza los proyectos.
-
Gentrificación y presión inmobiliaria: algunas zonas como el Cabanyal están sufriendo una presión especulativa que pone en riesgo su carácter popular y tradicional.
-
Educación marítima: sigue siendo escasa la presencia del mar en los programas educativos y culturales, lo que contribuye a que nuevas generaciones no conozcan su historia ni su valor ambiental.
Conclusión
Valencia está empezando a reconciliarse con su costa. A través de proyectos urbanísticos, iniciativas ciudadanas, reformas en el puerto y nuevas ideas de movilidad, la ciudad busca volver a mirar al mar no solo como un fondo de postal, sino como parte esencial de su identidad. Queda trabajo por hacer, pero el camino está abierto. La Valencia del futuro será más marítima, más conectada, y más consciente del tesoro azul que baña sus pies.