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El verano de 2025 se perfila como uno de los más concurridos de la historia reciente en València. Los datos provisionales entre junio y agosto apuntan a una ocupación hotelera que roza el 100 %, especialmente durante los fines de semana, mientras los apartamentos turísticos alcanzan cifras similares en barrios céntricos como El Carmen, Ruzafa o el Cabanyal. Este aluvión de visitantes ha reactivado la economía local, pero también ha reabierto un debate que lleva años generando controversia: la tasa turística.
A medida que los comercios, restaurantes y alojamientos celebran el repunte de ingresos, vecinos, activistas y parte del sector político plantean interrogantes sobre la sostenibilidad del modelo turístico, el uso de los recursos públicos y la presión que ejerce esta actividad sobre la vida cotidiana de los residentes.
Cifras récord de ocupación y gasto turístico
Según datos avanzados por Turisme Comunitat Valenciana y recogidos por medios como Valencia Plaza y Cadena SER, los niveles de ocupación en alojamientos reglados durante julio y agosto han superado el 95 %, con picos del 100 % en zonas de playa, especialmente durante eventos como la Gran Nit de Juliol, los conciertos de Viveros o la apertura de los Jardines de Monforte por las noches.
Las reservas internacionales han vuelto a niveles prepandémicos, lideradas por turistas procedentes de Italia, Francia, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos. La recuperación del AVE con Madrid y las rutas aéreas con más de 80 destinos han facilitado la afluencia. A nivel económico, se estima que el gasto medio por visitante ha aumentado un 12 % respecto al verano anterior, con especial impacto en restauración, museos, actividades culturales y comercio local.
El auge del alquiler turístico y sus efectos
Junto a los hoteles, el alquiler vacacional —a través de plataformas como Airbnb o Booking— ha ganado protagonismo. Este fenómeno ha elevado la demanda y también ha generado tensiones en algunos barrios, donde los precios del alquiler residencial siguen subiendo. La Asociación de Vecinos de Ciutat Vella ha denunciado que “el turismo exprés expulsa a las familias”, mientras que organizaciones como EntreBarris reclaman una regulación más estricta del alquiler turístico.
Desde el Ayuntamiento, se ha anunciado un nuevo registro obligatorio para propietarios de pisos turísticos, acompañado de inspecciones sorpresa y sanciones por uso irregular de viviendas. Aun así, los colectivos vecinales insisten en que las medidas llegan tarde y que es necesario limitar el número máximo de licencias activas por distrito.
La tasa turística: ¿sí o no?
En este contexto, vuelve a tomar fuerza el debate sobre la implementación de una tasa turística autonómica. Esta medida fue aprobada por Les Corts Valencianes en 2022, pero su aplicación ha sido aplazada varias veces por falta de consenso político y presiones del sector hotelero.
La tasa, oficialmente conocida como “Impuesto Valenciano de Estancias Turísticas”, permitiría a los municipios cobrar entre 0,50 € y 2 € por persona y noche, en función del tipo de alojamiento. Su recaudación se destinaría a financiar servicios públicos afectados por el turismo, como limpieza, transporte, seguridad y mantenimiento del patrimonio cultural.
Argumentos a favor de la tasa
Quienes defienden la tasa destacan varios beneficios clave:
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Reparto más justo de costes: los servicios municipales se ven sobrecargados en verano —limpieza de playas, transporte público reforzado, recogida de residuos— y esta tasa permitiría financiar parte de esos gastos sin cargar al contribuyente local.
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Sostenibilidad turística: muchas ciudades europeas —como Roma, Ámsterdam, París o Lisboa— ya aplican tasas similares. La tasa valenciana se propone como una herramienta para avanzar hacia un turismo de calidad y sostenible, que respete el entorno y a los residentes.
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Mejora de la convivencia: los fondos recaudados podrían emplearse también para campañas de concienciación turística y mejoras en espacios públicos que usan tanto vecinos como visitantes.
Argumentos en contra
En cambio, el sector hotelero —representado por asociaciones como Hosbec— y parte del empresariado rechazan su aplicación por varios motivos:
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Pérdida de competitividad: temen que los turistas opten por otros destinos más baratos si se encarece el coste total de su estancia, especialmente en temporada baja o para turismo de grupos y familias.
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Tramitación burocrática: consideran que el proceso de gestión de la tasa supondría una carga administrativa innecesaria para pequeñas empresas del sector.
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Momento inapropiado: alegan que, pese a las buenas cifras, muchas empresas siguen recuperándose del impacto de la pandemia, y cualquier nuevo coste podría frenar la recuperación definitiva.
Posturas políticas
Desde el Gobierno valenciano, presidido por Carlos Mazón (PP), se ha manifestado una oposición firme a la tasa turística, calificándola de “impuesto ideológico” que ahuyenta la inversión. En cambio, partidos como Compromís y Podem mantienen su apoyo a la medida, alegando que la recaudación podría mejorar la calidad de vida en barrios saturados y apoyar a los pequeños comercios.
La posibilidad de dejar en manos de los ayuntamientos la decisión final —modelo “opt-in”— ha sido planteada como punto de consenso, aunque con escasos avances concretos hasta ahora. De momento, ningún municipio valenciano ha confirmado que aplicará la tasa en 2025, pese a tener la herramienta legal disponible.
La opinión ciudadana
Una encuesta reciente publicada por Levante-EMV indica que el 62 % de los valencianos estarían a favor de aplicar la tasa, siempre que se destine a mejorar infraestructuras, transporte público o limpieza urbana. Solo un 24 % se muestra claramente en contra, y el resto aún no tiene una opinión clara o desconoce cómo funcionaría la medida.
El debate también ha llegado a las redes sociales, donde hashtags como #TurismoResponsable o #TasaSíTasaNo generan decenas de comentarios. Algunos residentes defienden que “quien viene a disfrutar, debe contribuir”, mientras que otros creen que ya existen suficientes impuestos.
Perspectivas para otoño-invierno
Mientras se resuelve el debate, València se prepara para la temporada otoñal con eventos como el Valencia Digital Summit, el Festival de Jazz del Palau o la Media Maratón Trinidad Alfonso. La expectativa es que el flujo turístico continúe alto hasta noviembre, impulsado por el buen clima, la agenda cultural y la recuperación del turismo MICE (de congresos y reuniones).
El consistorio, por su parte, promete abrir en septiembre una mesa de diálogo con los agentes implicados para rediseñar la estrategia turística a medio plazo. Los próximos presupuestos autonómicos podrían incluir partidas específicas para compensar el impacto del turismo en servicios públicos, aunque sin depender aún de la recaudación de la tasa.
Conclusión
El verano de 2025 ha sido un éxito turístico en cifras, pero también ha expuesto una vez más las tensiones entre promoción económica y bienestar ciudadano. La tasa turística emerge como una posible herramienta de equilibrio, aunque su aplicación efectiva sigue en el aire. Mientras tanto, València deberá decidir si quiere seguir el modelo de otras capitales europeas o buscar una fórmula propia para gestionar su creciente atractivo sin sacrificar la calidad de vida de quienes la habitan.