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En un mundo empresarial marcado por la rapidez, la innovación constante y la transformación digital, hablar de negocios que llevan más de un siglo en pie puede parecer un anacronismo. Sin embargo, en Valencia existen decenas de empresas familiares centenarias que han conseguido no solo resistir el paso del tiempo, sino adaptarse con éxito a los nuevos tiempos sin perder su esencia. Panaderías, talleres artesanales, tiendas de barrio y pequeños fabricantes que han pasado por guerras, crisis económicas, transformaciones urbanas y ahora también por el reto de la digitalización, siguen abriendo cada día sus puertas.
Estas empresas no solo forman parte del paisaje urbano de la ciudad, sino que también representan un patrimonio vivo: transmiten valores, conocimientos y modos de trabajar que han resistido tres o más generaciones. Y aunque durante mucho tiempo se basaron en la fidelidad del cliente local, hoy muchas de ellas han dado el salto a internet, combinando la tradición con herramientas digitales que les permiten mantenerse relevantes, competitivos y cercanos a las nuevas generaciones.
Este artículo hace un recorrido por algunas de estas empresas familiares centenarias de Valencia, analiza las claves de su longevidad y explora cómo han abrazado la era digital para seguir creciendo en un contexto cada vez más desafiante.
Panadería Alfonso Martínez: horno de leña y tienda online
Fundada en 1913 en el barrio de El Carmen, la panadería Alfonso Martínez es una de las más antiguas de Valencia. Durante décadas, sus hogazas cocidas en horno de leña fueron un secreto bien guardado entre los vecinos del casco antiguo. Con la llegada del turismo y las nuevas tecnologías, la tercera generación de la familia —liderada por Raquel Martínez— decidió dar un paso arriesgado: crear una tienda online.
Desde 2018, ofrecen sus productos por internet con envíos a toda España. En su web se puede comprar pan de masa madre, cocas saladas, dulces tradicionales e incluso packs de desayuno con productos de kilómetro cero. Su cuenta de Instagram, con más de 15.000 seguidores, muestra el proceso artesanal de elaboración, conecta con foodies y turistas, y ha logrado rejuvenecer su clientela sin perder la fidelidad de quienes siguen yendo al local a diario.
Para Raquel, la digitalización fue una cuestión de supervivencia, pero también de orgullo: “Nos dimos cuenta de que lo que hacíamos aquí tenía un valor que mucha gente estaba buscando fuera. Solo necesitábamos mostrarlo al mundo”.
Taller de cerrajería Forjas Vicente: el arte del hierro desde 1899
Ubicado en el barrio de Extramurs, Forjas Vicente es uno de los talleres artesanales más longevos de la ciudad. Fundado a finales del siglo XIX, se especializó en forja artística para balcones, puertas y mobiliario urbano. Su legado puede verse en numerosos edificios modernistas del centro de Valencia.
A pesar de los cambios en la arquitectura y el uso de nuevos materiales, el taller nunca cerró. Hoy lo dirige la cuarta generación de la familia, que ha apostado por combinar el saber tradicional con el diseño contemporáneo. Una de las decisiones más estratégicas fue crear un catálogo digital en PDF y lanzar una página web trilingüe, dirigida a arquitectos, interioristas y promotores europeos.
Gracias a las redes sociales, han conseguido encargos para villas en Ibiza, hoteles boutique en el sur de Francia y restaurantes de diseño en Barcelona. En sus publicaciones muestran el proceso manual de la forja, entrevistas con los operarios y fotos de sus piezas instaladas. La tecnología les ha abierto puertas que antes eran impensables.
Mercería La Moderna: de botones a ecommerce
La mercería La Moderna, en el barrio de Ruzafa, abrió sus puertas en 1905. Durante décadas, fue un punto de referencia para costureras, modistas y estudiantes de moda. En los años 2000, con la crisis del textil y la caída de la venta de artículos de costura, el futuro era incierto. Sin embargo, María Dolores y su hija Paula, tercera y cuarta generación, apostaron por digitalizar el negocio.
Convirtieron su inventario en un catálogo online y crearon una tienda de ecommerce donde venden desde botones antiguos hasta kits de bordado japonés. Además, imparten talleres de costura en línea, hacen directos en Instagram para enseñar técnicas tradicionales y tienen un canal de YouTube con más de 20.000 suscriptores.
Gracias a esta transformación, La Moderna ha ganado clientela en todo el país, ha aparecido en revistas de decoración y ha sido invitada a ferias del sector. Lo que parecía un negocio condenado a desaparecer, hoy es un ejemplo de cómo el comercio tradicional puede tener una segunda vida digital.
Las claves de la longevidad: tradición, adaptación y valores familiares
¿Qué tienen en común todas estas empresas centenarias? Más allá del tiempo que llevan abiertas, comparten una serie de elementos que han sido fundamentales para su supervivencia:
1. Adaptación sin renunciar a su identidad. No se trata de cambiar completamente, sino de saber qué parte del negocio es el alma del proyecto, y qué otras partes pueden evolucionar. Estas empresas han mantenido sus técnicas, sus recetas o sus modos de atención al cliente, pero han incorporado nuevos canales de venta, comunicación y distribución.
2. Relevo generacional planificado. En casi todos los casos, el cambio generacional se ha gestionado con diálogo y tiempo. Los más jóvenes han traído nuevas ideas (digitalización, branding, redes), mientras los mayores han transmitido oficio, valores y conocimiento del cliente.
3. Compromiso con el barrio y la comunidad. Aunque vendan online, estas empresas siguen muy vinculadas a su entorno. Participan en fiestas locales, colaboran con asociaciones vecinales y mantienen ese trato cercano que fideliza a la clientela tradicional.
4. Formación continua. Muchos de los actuales gestores han hecho cursos de marketing digital, han asistido a talleres sobre ecommerce o han contratado a asesores para implementar nuevas herramientas. Saber delegar y dejarse asesorar ha sido clave.
El desafío digital: un camino que sigue en marcha
La digitalización no es un proceso estático. Para estas empresas, es un camino en constante evolución. Algunas están ahora implementando sistemas de gestión interna (ERP), otras invierten en publicidad online o mejoran su posicionamiento SEO. En muchos casos, la pandemia fue el detonante que obligó a acelerar esta transición, pero el proceso continúa.
Otro punto importante ha sido la gestión del tiempo: combinar la actividad presencial (fabricar, atender al público) con la digital (actualizar redes, atender pedidos online) requiere organización y, en algunos casos, contratar ayuda externa. Aun así, la mayoría coincide en que el esfuerzo ha valido la pena.
Un patrimonio empresarial con futuro
Valencia no solo puede presumir de arquitectura, gastronomía y tradiciones: también cuenta con un tejido empresarial familiar que ha sabido sobrevivir a los cambios más radicales del último siglo. Estas empresas centenarias no son reliquias del pasado, sino ejemplos vivos de cómo la combinación de tradición y adaptación puede dar lugar a modelos sostenibles, rentables y humanos.
Frente a la uniformidad de las grandes cadenas y el anonimato del comercio global, estas marcas familiares ofrecen autenticidad, cercanía y una historia que contar. Son comercios que huelen a horno, a hierro forjado, a tejidos, a memorias compartidas. Y gracias a la digitalización, están logrando que esa historia siga creciendo, generación tras generación.