Cooperativas valencianas del futuro: cómo los trabajadores se están organizando para dirigir sus propias empresas

Las cooperativas valencianas piden las mismas ventajas para emprender que  las 'startups'

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Las cooperativas llevan más de un siglo funcionando en la economía valenciana, pero en los últimos años están resurgiendo con fuerza como una alternativa sólida, ética y sostenible al modelo tradicional de empresa capitalista. Mientras muchas compañías apuestan por la automatización, la precariedad laboral y el beneficio a corto plazo, en la Comunitat Valenciana se está gestando una revolución silenciosa: trabajadores que, en lugar de vender su fuerza de trabajo a un patrón, se agrupan para convertirse en propietarios colectivos de su lugar de empleo.

¿Qué es una cooperativa y por qué está resurgiendo en Valencia?

Una cooperativa es una empresa propiedad de sus trabajadores o usuarios, donde las decisiones se toman de forma democrática (una persona, un voto) y los beneficios se reinvierten en el proyecto o se reparten equitativamente. En Valencia, este modelo no es nuevo, pero ha ganado fuerza en tiempos recientes debido a múltiples factores: la crisis del modelo laboral tradicional, la necesidad de conciliar vida personal y profesional, el deseo de tener un impacto positivo en la comunidad y la aparición de nuevas tecnologías que facilitan la autogestión empresarial.

Según datos de la Confederació de Cooperatives de la Comunitat Valenciana (Concoval), en 2024 había más de 2.200 cooperativas activas en la región, que empleaban directamente a más de 60.000 personas. Estos números representan una tendencia al alza, especialmente en sectores como la agricultura ecológica, la construcción sostenible, la educación, los cuidados y las tecnologías digitales.

Jóvenes que apuestan por el cooperativismo

El cooperativismo ya no es solo cosa del campo o de cooperativas de consumo. Cada vez más jóvenes emprendedores con formación universitaria y experiencia en el sector privado están apostando por este modelo para lanzar sus proyectos. En el barrio de Benimaclet, por ejemplo, un grupo de diseñadores gráficos, programadores y especialistas en marketing fundó en 2023 la cooperativa digital “La Ruda”, desde donde ofrecen servicios integrales de comunicación y desarrollo web a pequeñas empresas. Sus miembros comparten oficina, tareas administrativas y decisiones estratégicas, y cada uno cobra en función del trabajo realizado, pero sin que haya jerarquías fijas.

En una entrevista con el diario local, Clara Martínez, diseñadora y una de las fundadoras de La Ruda, explicaba: “Habíamos trabajado en agencias donde todo era presión y jornadas infinitas. Queríamos algo distinto: calidad de vida, igualdad y sentido de comunidad. Crear una cooperativa fue nuestra forma de decir ‘sí se puede’ hacer las cosas de otra manera”.

Cooperativas de cuidados: dignidad en un sector precario

Otro de los sectores donde el modelo cooperativo está ganando fuerza en Valencia es el de los cuidados. Las cooperativas de trabajadoras del hogar y de atención a personas mayores han crecido notablemente desde la pandemia, que puso en evidencia la importancia de este trabajo esencial y, al mismo tiempo, su falta de reconocimiento y protección.

Un ejemplo claro es la cooperativa “EntreNosaltres”, ubicada en el barrio de Patraix, que agrupa a más de 30 mujeres —muchas de ellas migrantes— que ofrecen servicios de limpieza, acompañamiento, atención a la dependencia y cocina a domicilio. Además de mejorar sus condiciones laborales, la cooperativa promueve la formación continua, el acceso a la sanidad y la regularización administrativa de sus socias.

“Nos cansamos de ser explotadas. Juntas hemos aprendido a defender nuestros derechos y a gestionar nuestro propio trabajo. Ahora sentimos orgullo y seguridad”, cuenta Teresa, una de sus fundadoras. El caso de EntreNosaltres ha llamado la atención incluso de universidades extranjeras, que estudian su impacto social y económico en una tesis doctoral sobre economía solidaria.

Tecnología y cooperativismo: una alianza de futuro

Una de las claves del crecimiento de las cooperativas en Valencia es la tecnología. Plataformas de gestión compartida, herramientas de comunicación como Slack o Notion, y aplicaciones de contabilidad en la nube están permitiendo que grupos de personas puedan organizar su empresa sin necesidad de grandes recursos iniciales.

Además, han surgido proyectos como CoopCycle, una plataforma digital cooperativa para el reparto de comida y productos a domicilio que ya opera en varias ciudades europeas. En Valencia, la cooperativa “Repartim” se ha unido a esta red internacional para ofrecer una alternativa ética y local a plataformas como Glovo o Uber Eats. Sus trabajadores son propietarios del sistema, fijan sus condiciones laborales y priorizan el comercio de proximidad.

“Lo que nos diferencia es que no trabajamos para una app que se queda con la mayoría de los ingresos. Aquí nos repartimos lo que generamos y no aceptamos encargos de grandes cadenas que explotan a sus empleados”, explica Ahmed, uno de los riders cooperativistas de Repartim.

El papel del gobierno valenciano y las ayudas públicas

El impulso del cooperativismo también ha sido facilitado por políticas públicas favorables. La Generalitat Valenciana, a través de la Conselleria d’Economia Sostenible, ha lanzado en los últimos años varios programas de apoyo al cooperativismo, como líneas de financiación preferente, asesoramiento jurídico, formación empresarial y campañas de sensibilización en institutos y universidades.

En 2024 se aprobó un plan estratégico de fomento del cooperativismo juvenil, que incluye incentivos fiscales y ayudas para proyectos creados por menores de 35 años. Según el conseller Rafa Climent, “la economía del futuro será más democrática o no será. Las cooperativas demuestran que se puede generar empleo de calidad sin necesidad de explotar a nadie ni destruir el planeta”.

Retos y críticas al modelo

A pesar de sus ventajas, el cooperativismo también enfrenta obstáculos. No siempre es fácil acceder a financiación externa sin un empresario que actúe como avalista, y muchas entidades bancarias todavía desconfían del modelo. Además, el proceso de toma de decisiones colectivas puede ser más lento y requiere habilidades de negociación y gestión emocional que no siempre están presentes.

También existen cooperativas que han sido creadas de forma artificial para acceder a subvenciones, sin un compromiso real con los valores cooperativos, lo que ha generado cierta desconfianza en el modelo. Por eso, desde la Confederació de Cooperatives se insiste en la importancia de la formación continua y del acompañamiento técnico en las fases iniciales.

Un modelo con futuro y raíces locales

A pesar de los retos, el cooperativismo valenciano vive un momento de expansión y transformación. No se trata de una moda pasajera, sino de un movimiento económico con base sólida, que rescata valores como la solidaridad, la democracia interna y el compromiso con el entorno. En un contexto marcado por la incertidumbre laboral, el cambio climático y la desafección política, las cooperativas ofrecen una forma concreta de tomar el control del propio destino y construir comunidad desde abajo.

En los próximos años, es probable que el cooperativismo se extienda aún más en sectores como la vivienda, la energía o la educación. Valencia tiene todos los ingredientes para liderar esta transición: una sociedad activa, una administración comprometida y una red de personas que no quieren ser empleados sin voz, sino protagonistas de una economía más justa y humana.