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La forma en que nos movemos por la ciudad está cambiando a gran velocidad, y Valencia no es una excepción. La transformación de la movilidad urbana, impulsada por la necesidad de reducir emisiones, mejorar la calidad del aire y descongestionar el tráfico, ha llevado a una nueva era de vehículos sostenibles, transporte compartido e innovación tecnológica.
En este artículo analizamos cómo está cambiando el panorama de los vehículos en Valencia: el auge del coche eléctrico, el crecimiento de la movilidad compartida, las nuevas normativas municipales y los desafíos que enfrenta la ciudad en materia de transporte.
El coche eléctrico: de promesa a realidad
En Valencia, la electrificación del parque automovilístico avanza año tras año. Según datos de la DGT, en 2024 el número de vehículos eléctricos matriculados en la ciudad aumentó un 35 % respecto al año anterior. Aunque todavía representan un porcentaje modesto del total, el crecimiento es imparable.
Factores como las ayudas públicas (Plan Moves III), las bonificaciones fiscales, la ampliación de puntos de recarga y la creciente conciencia medioambiental han impulsado esta transición. La Generalitat Valenciana ha invertido en la creación de una red de electrolineras públicas, con más de 250 puntos de carga repartidos entre el casco urbano, polígonos industriales y centros comerciales.
Además, marcas como Tesla, Renault, Volkswagen o Hyundai han intensificado su presencia en el mercado valenciano, ofreciendo modelos adaptados a todos los bolsillos y necesidades.
Restricciones al tráfico contaminante: la llegada de las Zonas de Bajas Emisiones
Una de las grandes novedades en Valencia es la implementación de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE). En cumplimiento de la Ley de Cambio Climático, la ciudad ha delimitado áreas en las que solo pueden circular vehículos que cumplan determinados estándares ambientales.
Desde 2025, los coches más contaminantes (sin etiqueta ambiental) tienen restricciones de acceso al centro y otras zonas estratégicas como Ciutat Vella, Eixample o Russafa. Además, se han creado carriles exclusivos para transporte público y movilidad sostenible.
El objetivo es claro: reducir las emisiones de gases contaminantes, mejorar la calidad del aire y recuperar el espacio público para los peatones y ciclistas.
La bicicleta y los vehículos de movilidad personal: protagonistas de la nueva movilidad
La bicicleta ya es un medio de transporte habitual en Valencia. Con más de 160 kilómetros de carril bici, el servicio de alquiler público Valenbisi, y múltiples empresas de alquiler de bicis eléctricas, la ciudad apuesta por una movilidad más limpia y saludable.
A este fenómeno se suman los vehículos de movilidad personal (VMP) como patinetes eléctricos, monociclos o scooters eléctricos. Estos vehículos, ideales para trayectos cortos, han transformado la movilidad urbana, especialmente entre los jóvenes.
El Ayuntamiento ha regulado su uso mediante ordenanzas específicas: limitación de velocidad a 25 km/h, prohibición de circular por aceras, obligación de utilizar casco en menores y la necesidad de respetar las zonas habilitadas para su estacionamiento.
Carsharing, motosharing y ridesharing: compartir es la nueva norma
Otro cambio relevante es el auge de los servicios de movilidad compartida. Empresas de carsharing (como Zity, Wible o Auvasa Move) y motosharing (Acciona, Cooltra) ofrecen vehículos eléctricos bajo demanda que pueden alquilarse por minutos a través del móvil.
Esta modalidad permite a los usuarios disponer de un coche o una moto cuando lo necesitan, sin los costes de propiedad, mantenimiento o seguro asociados a los vehículos privados. Para muchos valencianos, especialmente jóvenes, es una opción más flexible, económica y sostenible.
Además, plataformas de ridesharing como BlaBlaCar o nuevas aplicaciones de movilidad compartida entre particulares están cambiando la manera en que se concibe el transporte interurbano.
Movilidad conectada y smart cities
La movilidad en Valencia no solo es más sostenible, también es más inteligente. La ciudad está avanzando hacia un modelo de Smart City donde los datos en tiempo real permiten optimizar los flujos de tráfico, la gestión del aparcamiento, las rutas de transporte público y la seguridad vial.
Aplicaciones como EMT Valencia, Valenbisi o Geoportal València permiten planificar desplazamientos, localizar paradas de transporte público, consultar tiempos de espera o reservar bicicletas de forma sencilla.
Además, el despliegue de sensores, cámaras y dispositivos de Internet de las Cosas (IoT) en semáforos, parkings y estaciones de recarga facilita la toma de decisiones basada en datos y mejora la experiencia del usuario.
La logística urbana: un reto creciente
El aumento del comercio electrónico ha disparado el tráfico de vehículos de reparto en la ciudad. Para hacer frente a este fenómeno, Valencia ha empezado a desarrollar estrategias de logística urbana sostenible, como:
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Microhubs de reparto en zonas céntricas.
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Vehículos de carga eléctricos o bicicletas de carga.
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Franjas horarias específicas para carga y descarga en áreas de alta densidad.
El reto es claro: garantizar la fluidez de la última milla sin saturar las calles ni aumentar las emisiones contaminantes.
Educación vial y convivencia en el espacio público
La convivencia entre coches, bicicletas, patinetes y peatones es uno de los grandes desafíos urbanos. Por ello, Valencia impulsa campañas de educación vial dirigidas a todos los usuarios de la vía pública.
Se promueve el respeto de las normas, la reducción de la velocidad en vías urbanas, la prioridad peatonal en cruces y zonas compartidas, y el uso seguro de los VMP. Además, se han habilitado circuitos seguros para escolares y mayores, y talleres de movilidad responsable en colegios y asociaciones de vecinos.
Conclusión
Valencia está liderando un cambio profundo en la forma de entender la movilidad urbana. De una ciudad pensada para los coches, está pasando a una ciudad pensada para las personas, donde la sostenibilidad, la tecnología y la innovación marcan el camino.
El futuro de los vehículos en Valencia no solo es eléctrico, compartido y conectado; es, sobre todo, humano. Una movilidad que prioriza la salud, la calidad de vida y la convivencia para construir una ciudad más habitable y resiliente.