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La lucha por la igualdad de género no es una tendencia ni un eslogan: es una necesidad estructural en todas las sociedades modernas. En Valencia, este compromiso se ha traducido en políticas públicas, movimientos sociales, redes de apoyo y un tejido ciudadano cada vez más consciente del papel decisivo que juegan las mujeres en todos los ámbitos de la vida pública y privada. Sin embargo, todavía persisten desigualdades que limitan su desarrollo pleno, especialmente en materia laboral, económica y de corresponsabilidad.
En este artículo analizamos el estado actual de las mujeres en Valencia: sus avances en participación, los desafíos que aún enfrentan y las iniciativas locales que marcan el camino hacia una ciudad más igualitaria y justa.
Presencia creciente en la vida política y pública
Valencia ha sido una de las ciudades pioneras en introducir políticas de igualdad en el ámbito municipal. Desde los años 90, se han creado concejalías específicas, planes de igualdad y observatorios que han permitido visibilizar y actuar sobre las desigualdades de género.
En la actualidad, mujeres ocupan cargos relevantes en el Ayuntamiento, en la Generalitat Valenciana y en entidades como la Universidad, la Diputación o los sindicatos. La paridad en las listas electorales ha facilitado un mayor equilibrio en la representación política.
Además, el movimiento feminista valenciano ha sido especialmente activo y plural. Colectivos como Assemblea Feminista, Dones en Acció o Ca la Dona han promovido manifestaciones multitudinarias, debates, talleres y campañas de sensibilización que han calado en la sociedad.
El 8 de marzo en Valencia se ha convertido en una cita clave, con decenas de miles de personas en las calles reclamando derechos, justicia y reconocimiento.
Brecha salarial y empleo: una igualdad aún incompleta
A pesar de los avances normativos, las mujeres siguen enfrentando obstáculos estructurales en el ámbito laboral. En Valencia, la brecha salarial entre hombres y mujeres ronda el 20 %, una cifra que refleja no solo diferencias en el salario base, sino en complementos, estabilidad y promoción interna.
Las mujeres están sobrerrepresentadas en sectores precarizados como los cuidados, la limpieza, el comercio minorista o la hostelería, y subrepresentadas en puestos de dirección o sectores tecnológicos. También tienen más contratos parciales, temporales y menor acceso al emprendimiento con financiación real.
En muchos casos, el techo de cristal no se rompe, sino que se refuerza con el conocido “suelo pegajoso”: obstáculos invisibles que impiden a las mujeres ascender por razones culturales, familiares o de carga mental.
Conciliación y corresponsabilidad: el reto silencioso
Uno de los factores que más incide en las desigualdades es la dificultad para conciliar vida laboral y personal. Aunque legalmente ambos progenitores tienen los mismos derechos, en la práctica son las mujeres quienes siguen asumiendo mayoritariamente las tareas domésticas y de cuidado.
En Valencia, estudios municipales han evidenciado que más del 70 % de las excedencias por cuidado de hijos o familiares las solicitan mujeres. Esta desigual distribución del tiempo tiene consecuencias directas en sus carreras profesionales, su autonomía económica y su salud mental.
La corresponsabilidad no es solo una cuestión de conciliación, sino de justicia social. Por ello, desde el Ayuntamiento se han impulsado campañas de sensibilización, talleres en centros educativos y planes de formación para empresas que promueven entornos laborales más equitativos.
Violencia de género: una emergencia persistente
Uno de los aspectos más graves y dolorosos que enfrentan las mujeres es la violencia de género. A pesar de los avances legales, Valencia —como el resto del país— continúa registrando casos de violencia machista en todas sus formas: física, psicológica, económica, sexual o institucional.
En 2023, los servicios de atención a la víctima del Ayuntamiento de Valencia atendieron a más de 2.000 mujeres. Muchas de ellas no solo enfrentaban el maltrato, sino también la falta de recursos económicos, vivienda o apoyo familiar.
La ciudad cuenta con una red de Puntos Violeta, centros de atención especializada, casas de acogida y líneas telefónicas de urgencia. Además, se han desarrollado protocolos de actuación en coordinación con la Policía Local y los centros de salud.
Sin embargo, los recursos son insuficientes si no van acompañados de una transformación profunda de la cultura machista, que sigue presente en muchos espacios, especialmente entre adolescentes y en redes sociales.
Educación en igualdad: clave para el cambio real
La educación es el pilar sobre el que debe construirse la igualdad de género. Valencia ha apostado por introducir la perspectiva de género en el currículum escolar, a través de actividades en los centros educativos, jornadas de sensibilización y materiales didácticos adaptados.
Programas como “Coeducacentres” buscan erradicar estereotipos desde la infancia, fomentar el respeto mutuo y prevenir la violencia de género en edades tempranas.
Además, en las universidades públicas se han creado cátedras de estudios de género, másteres en igualdad y planes de acción para combatir el acoso y la discriminación en el ámbito académico.
Salud y bienestar con enfoque de género
La salud de las mujeres ha sido históricamente invisibilizada, tanto en la investigación médica como en la práctica clínica. En Valencia, el sistema sanitario público está incorporando progresivamente una mirada más inclusiva, que atienda las especificidades biológicas, psicológicas y sociales de las mujeres.
Desde las consultas de atención primaria hasta los programas de salud sexual y reproductiva, se han abierto líneas de intervención que abordan la menopausia, la salud mental, los trastornos alimentarios, el embarazo no deseado o la violencia obstétrica.
Además, entidades como la Casa de la Dona ofrecen servicios gratuitos de psicología, asesoría legal y talleres para el empoderamiento de mujeres en situación de vulnerabilidad.
Emprendimiento y liderazgo femenino
Cada vez más mujeres en Valencia lideran proyectos empresariales, colectivos sociales o iniciativas culturales. Aunque el acceso a la financiación y al reconocimiento sigue siendo desigual, el número de emprendedoras no ha dejado de crecer.
Iniciativas como “Dones i Empresa”, organizadas por la Cámara de Comercio, o las ayudas específicas de LABORA para mujeres autónomas, buscan romper barreras y generar redes de apoyo.
También destaca el papel de asociaciones como AVAFE, Mujeres Tech o la Red de Mujeres Directivas, que visibilizan referentes y crean espacios de formación, mentoring y visibilidad.
Conclusión
La igualdad de género en Valencia es un proceso en marcha. No está lograda, pero tampoco se detiene. Día a día, mujeres de todas las edades, orígenes y trayectorias construyen una ciudad más justa, más equitativa y más humana.
Desde las instituciones hasta los barrios, desde las aulas hasta las empresas, la lucha feminista se articula en múltiples frentes. Y aunque los obstáculos persisten, la dirección está clara: una Valencia donde ser mujer no implique renuncias, sino oportunidades.